viernes, 16 de octubre de 2009

La boda de Elly (preparativos)

Ya he escrito por aquí que Elly y Martín se casan el mes que viene. Y hace unos días que estoy pensando qué voy a ponerme. Porque aunque yo no soy de bodas, ni me hacen especial ilusión ni nada de eso... soy la dama de honor de la novia. Y también conozco al novio, igual demasiado y todo. Y les presenté yo. Y a pesar de mis múltiples dudas sobre su relación ...¡como para que no me invitaran!

Yo he visto el vestido que va a llevar Elly... y como que se supone que el "trabajo" de toda dama de honor que se precie (que sí, que sé que eso en España casi no se lleva, que es una costumbre de importación y algo pija... pero es que es boda de Elly, y esas cosas son "muy ella") es asistir y ayudar a la novia en todo lo que necesite... presiento que el "encargo" se las va a traer. Mucha cola. Mucho velo. Mucho vuelo. Mucho todo.

Así que a pesar de no tener ni un duro, algo hay que hacer. Por suerte, zapatos de tacón imposible que combinan con todo, ya tengo. El vestido es otro cantar. Ayer y el miércoles estuve mirando. Y me deprimí. Ir de boda en noviembre es complicado, pero entre que es complicado y que no me gusta nada (o lo que me gusta es demasiado caro)...

Y a grandes males, grandes soluciones. Mañana he quedado con mi madre para ir a escoger la tela. Y ella, que es modista, me hará el vestido de mis sueños, y a mi gusto. Eso, "a mi gusto", será duro y va a costar muchas discusiones, pero lo conseguiré. De momento tengo alguna idea: vestido largo, escotado y cruzado por detrás, falda con y algo de caída... muy rollo princesita, pero todo dependerá de las telas. Del posible frío de noviembre, prefiero ni acordarme.

sábado, 10 de octubre de 2009

Marcelo

A Marcelo le conocí el septiembre de hace 4 años. Para mí -igual que para muchos- el año empieza en septiembre. Es como si fuera la vuelta al cole. Y el septiembre implica propósitos nuevos.

Por aquel entonces, apuntarme -e ir con regularidad- a un gimnasio era mi único propósito. Había perdido mucho peso, y la única manera de mantenerme era hacer algo de ejercicio. Así que escogí el gimnasio, nuevo, algo caro y bastante pijo, que estaba al lado de mi antiguo trabajo.

Y allí conocí a Marcelo. Eran las 7 de la tarde de un día de septiembre, mi primer día en el gimnasio y mi primera clase de spinning. Marcelo era el monitor.

Escrito así parece como si hubiera sido un amor a primera vista, pero no, qué va... Yo, muriéndome cada minuto un poco más. Él, metiéndonos más caña a medida que subía el ritmo endemoniado de la música. Estaba bueno, como tantos otros que estaban en la clase, pero ya.

Seguí yendo a sus clases. Cada vez me moría un poco menos. Y un sábado por la tarde del enero siguiente en que yo no tenía nada mejor que hacer, decidí ir al gimnasio. Pilates. El monitor era Marcelo. Nos contó que sustituía a la chica que daba la clase, y que le perdonáramos, que aquello no era lo suyo. Quedó claro, que no era lo suyo.

Aquella tarde fue la primera que hablamos al acabar la clase. Supongo que no estar sacando el hígado por la boca, ayudó. El resto lo hicieron una serie de coincidencias. Barcelona es grande, pero hay veces en que acaba siendo como un pañuelo. Encontrarnos una noche, de fiesta, fue clave. A mí ya me gustaba físicamente, y aquella noche me dí cuenta que yo a él también.

No sabría decir desde cuando "somos novios". Porque nuestra relación al principio fue muy confusa. Nos acostábamos. El sexo con él era genial. Pero no había nada más. Poco a poco nos fuímos conociendo, y una mañana de domingo nos dimos cuenta que nos habíamos enamorado sin proponérnoslo.

Ya escribí que él me había propuesto de irnos a vivir juntos. Pero no lo veo claro. Él me gusta. No me cansaría nunca de mirarlo, de tocarlo, de besarle... Sé que le quiero, pero no es como el principio. Sinceramente, no me veo viviendo con él. Y me siento algo culpable. Estoy bien así. No me gustaría encontrármelo siempre, a la vuelta del trabajo. Ni ir a hacer la compra juntos. Ni discutirnos por quién tiene que lavar los platos o sacar el perro a pasear. Igual es que él me quiere más, pero yo no puedo evitar tener la sensación que lo nuestro no acaba de funcionar como debería... Y temo que los pensamientos negativos que últimamente me acompañan acabarán por empañar (más) nuestra relación. Últimamente, por un día bueno, tenemos tres de malos.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Mal

Sigo igual... Igual de mal, claro. No me gusta vivir tan agobiada por culpa del dinero. Pero no puedo evitarlo. Intento hacer sumas, pero es imposible, sólo me salen restas. Y no hay manera. Tengo algo, muy poco, ahorrado. Pero eso era -o es- intocable. Sólo por si me echan del trabajo, o me quedo en paro... porque no quiero perder el piso. Aunque ya no sé qué quiero... porque cuando no es una cosa es la otra.

Hay gente que compartimenta. Que una cosa no le afecta a la otra. Pero yo no puedo. Estoy todo el día pensando en lo mismo. Esta mañana he estado a punto a renunciar del café del desayuno, para "ahorrar". Pero eso ya no sirve de nada. Céntimo a céntimo no voy a poder arreglar nada.

Y con Marcelo, mal. Él me "ayuda", me dice. Sólo que no me gusta el cómo... Alguna vez hemos hablado de vivir juntos. Que él se venga a mi piso, por aquello que él está de alquiler y yo de compra... Pero no lo veo claro. Y si el motivo de irnos a vivir juntos tiene que ser que yo voy agobiada por culpa del dinero...no, no quiero. Tendría que ser otro. Y me planteo que ni ahora ni nunca yo lo he querido (vivir con él, quiero decir). Amarlo, quererle... eso sí... pero no hasta qué punto... Que él me quiere más que yo, eso lo tengo claro. Pero no se escoge la manera y el cuánto se quiere...

Y en el trabajo, peor. Está empezando a no gustarme. Estoy harta de Javier, de que trabaje mal, y cada vez peor. Empiezo el día con 20 mails de ayer para abrir, mirarlos y "hacer algo", y termino el día con 30 distintos para abrir y algunos de ayer que han quedado pendientes. Y ya no es cuestión de horas, de verlo distinto... No sé...

No sé qué hacer, la verdad. Mandarlo todo a la mierda sería la solución, igual. Pero igual sólo es que estoy deprimida, baja de moral y todo lo veo negro, a pesar del sol y del buen tiempo. Pero algo se tiene que hacer, o suceder. Pero sólo por el hecho de dejar que pasen los días las cosas no cambiarán. Y no mejorarán.

sábado, 3 de octubre de 2009

Miserias

Ésta ha sido una semana de locos. Cuando parece que las cosas van más o menos bien, se tuercen. No si es ley de Murphy, mala suerte, gafe, o lo que sea.

Si cuando empecé el blog me quejaba que estaba sin blanca, que no llegaba a fin de mes... y parecía que con el trabajo de fines de semana la cosa se arreglaría... De hecho, yo estaba segura que sí. Pues no. Esta semana la mala suerte, la mala pata, el destino o lo que sea ha llamado a la puerta de mi casa y ¡plas!, zablazo.

El martes la lavadora se murió. Repararla cuesta prácticamente lo mismo que una de nueva. De momento no tengo dinero para comprar una de nueva... así que, o me plantifico en casa de Marcelo con la bolsa llena de ropa sucia, o me voy al "Laundry Service" que tengo unas cuantas calles más abajo.

El jueves la caldera se estropeó. Que sí, que es vieja, que la he reparado ya unas cuantas veces y que sí, que también me habían dicho ya que a la próxima avería seria lo que se tenía que hacer era sustituir la caldera... pero justo ahora... En fin... que eso sí que se tiene que cambiar. Llevo desde el jueves sólo con agua fría y algún día de la semana que viene espero tener ya la caldera nueva.

En septiembre estaba fatal de pasta. Octubre promete ser mucho peor. Cobré el martes, y justo ahora, antes de empezar a escribir esto, me ha dado por consultar cuál es mi saldo... Y es deprimente. Este mes, a diferencia del pasado, no puedo devolver nada... más que nada porque no me ha dado tiempo de compar nada.

Cuando suceden estas cosas me planteo para qué coño me mato trabajando y por qué demonios tengo que aguantar a cabrones como Javier. Porque trabajar para acabar así no es vivir, o al menos no es "vivir" como se supone que se debe hacer.

Que ya sé que sólo es una puta caldera y una puta lavadora, pero si sumo las dos... Que sólo estamos a día 3, y ya veo que tampoco podré quedar para cenar con nadie este mes. Y nada de comprarme algo que me guste, ni que sea para convencerme que trabajo para permitirme algún capricho. Y a ese paso sí que me veo trabajando jueves, viernes y sábados por la noche en el bar, a riesgo de acabar muerta de cansacio. Pero es que, ni así, voy a conseguir arreglar el mes. Y al paso que voy, y cuando sigan estropeándose cosas o lloviéndome pagos imprevistos, no lo voy a solucionar hasta la paga extra de Navidad, que sólo servirá para pagar deudas.