Elly y yo nos conocimos el primer día de carrera. Yo llegué tarde y casi no había ya sitios libres. Tuve que sentarme a donde pude, y allí a mi lado estaba Elly. Éramos muy distintas -y seguimos siéndolo-, pero el hecho de no conocer a nadie nos unió. Y poco a poco, a pesar que fuímos conociendo a gente mucho más afín, nos hicimos amigas. Cada una con su grupo, pero amigas también nosotras. A día de hoy es una de mis mejores amigas.
Definirla, cuesta. De hecho, definir a todo el mundo con unas pocas palabras, es imposible. A primera vista Elly es pija. En apariencia y en el fondo, es pija. Eso es indudable. Incluso habla como los pijas, de una forma afectada y con una voz muy nasal. Pero incluso a eso se acostumbra uno y lo que al principio era extraño ahora ya ni se nota. Para mí, viste aburrido. De marca, con ropa cara, pero aburrido. Se comporta siempre como "toca", y es raro verla desatada, salvo cuando se pasa con la coca. Porque, como ella dice, "en el entorno en que se mueve" eso es lo normal. Yo no soy de su entorno. Soy una excepción.
Supongo que siempre lo ha tenido todo muy fácil. Tener dinero no asegura la felicidad, pero hace la vida mucho más fácil. Yo creo que Elly no es tan feliz como quiere aparentar, pero siempre ha vendido una apariencia y sigue queriéndola vender. Tiene una apariencia frágil, y la potencia. Se comporta como la niña mimada que siempre ha sido. Hay veces en que creo que no quiere crecer y que "juega" al juego de la pobre niña rica.
Fuí yo quien le presenté a Martín. Y nunca hubiera creído posible que pasaría lo que pasó. Se enamoraron, pese a lo diferentes que son. No sólo por la diferencia de edad, ni porque Martín es un poco bruto y porque, por mucho que se quieran, ni él ni ella van a cambiar. Y se casan el 14 de noviembre. Así, sin convivencia previa ni nada. Porque los padres de Elly no lo ven bien.
Yo, cruzo los dedos.