lunes, 14 de septiembre de 2009

Incompetencia

Javier es mi nuevo compañero de trabajo. Y no le soporto. De hecho, Javier es, técnicamente, mi subordinado. Pero yo no participé en su proceso de selección. Entiendo los motivos porque lo escogieron, pero yo me hubiera fijado en alguien con un perfil totalmente distinto. Si lo que quieren es asegurar que la persona escogida, cuando domine el trabajo, se quedará de forma indefinida, más que nada porque no tiene a priori otra titulación que le permita aspirar a más, me parece bien. Pero es que Javier no se entera. Lleva un mes y poco (que sí, que es poco), pero no sabe aún por qué hace lo que hace, es incapaz de verlo como un todo... Lo apunta todo, hasta lo más nimio, pero luego no lo consulta.

Está constantemente preguntadóme. Un rato, vale. Pero 15 veces al día, interrumpiéndome constantemente, me harta. Luego tengo que revisar su trabajo, y la inmensa mayoría de veces tengo que rehacerlo. Si le digo que lo corrija, lo corrige mal. Si le digo que por esta vez, pase, pero que para la siguiente lo haga de otra forma, pues no, lo hace igual. Y creo que ya es desidia. Porque no se fija, ni parece que tenga intención de fijarse.

Lo peor es que no sabe cosas que se presuponen: cómo funciona el word, y el excel y buscar por internet una dirección. Un día se lo explicaré; dos, también; a la tercera tengo la mosca ya tras la oreja. "Ya aprenderá". Joder, igual sí, aprende... pero es que este tipo de cosas ya debería tenerlas aprendidas.

"Es que tiene dos niñas pequeñas". Joder. Ese es el motivo para no echarle. De momento, lo sufro yo.

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